Con seguridad, el asesinato de Juan
Carlos Uturunco Arosquipa (21) es el que más han lamentado los “Malditos del
costal”, los criminales que tienen en su haber la muerte de siete mototaxistas
en la altiplánica Juliaca.
Con seguridad, el
asesinato de Juan Carlos Uturunco Arosquipa (21) es el que más han lamentado
los “Malditos del costal”, los criminales que tienen en su haber la muerte de
siete mototaxistas en la altiplánica Juliaca.
El homicidio de
Juan Carlos fue un yerro, no debió pasar, jamás debieron levantar el brazo para
detenerlo en la esquina de los jirones Tumbes con San Martín.
Willy Pacha Huanca,
Juan Jesús Córdova Quispe, Wilson Mamani Arque y Leonardo Mormontoy Cazasola,
integrantes de la banda de psicópatas, lo lamentan ahora desde la cárcel, su
líder Willy ha tenido que pedir perdón a todas las familias que han enlutado,
mientras un flash back lo trasladaba al lunes 19 de enero del 2015.
A las 15:00 horas
de aquel inicio de semana, estaban Willy y Juan Jesús en la casa del terror,
las lúgubres paredes de la casucha insinuaban espantosos recuerdos, los rayos
del sol apenas se dejaban notar en el interior, lo que daba un aspecto aún más
tenebroso, el silencio era evitado toda costa, cualquier falta de ruido parecía
provocar, en un eco, el llanto de los que allí perecieron estrangulados.
A Willy y Juan Jesús
poco les importó el remordimiento, el dinero faltaba en sus bolsillos y su
nueva dedicación se había convertido, de pronto, en una especie de rutina que
los deshumanizaba cada día más.
Se dirigieron al
centro de Juliaca para traer al siguiente mototaxista, mientras se acercaban al
jirón Tumbes por el jirón San Martín, ambos miraron los periódicos en un
quiosco, las noticias anunciaban un paro de mototaxistas exigía que atrapen a
los “Malditos del costal”. Tampoco les importó, nada les había pasado antes, solo
sus conciencias sabían de aquellas fechorías. Había que actuar otra vez.
Precisamente en la
esquina Tumbes con San Martín pararon la mototaxi de Juan Carlos. Era Juan
Jesús el experto en trazar la ruta de la carrera, “al grifo San Román”, le dijo
al joven conductor fingiendo espontaneidad.
El viento de los
Andes traía un poco de frío aquel atardecer en el grifo San Román, era la
última vez que Juan Carlos Uturunco vería el mundo.
El mototaxista fue
escoltado por Juan Jesús, en el interior el ataque provino, como fue su
costumbre por el cuello, de Juan Jesús. Willy también se le abalanzó y lo cogió
de los pies hasta tumbarlo en el suelo.
Ya vencido, Juan
Carlos fue maniatado por el guardián Willy Pacha, este solía dejar una soguilla
en la mesa para amarrar a sus víctimas, a este mototaxista lo hizo de los pies,
de manos y luego lo arrojó a un rincón.
Antes de matarlo,
Willy quiso cerciorarse que todo iba bien con la mototaxi que prendarían en
alguna casa prestamista, salió del cuarto, rebuscó en la unidad de Juan Carlos
y descubrió que no todo ajustaba al plan. Regresó.
- ¿Dónde están los
documentos de la mototaxi?, inquirió a su víctima.
- No lo tengo, la
moto es prestada de un amigo.
La respuesta de
Juan Carlos enfureció aún más a los homicidas, Willy apresuró el ritual: Puso
otra soguilla en el cuello del joven y jaló hacía arriba mientras su compinche
le pisaba el cuello hasta que se dejara de mover.
Este asesinato no
era igual a de los otros, fue en realidad -como se verá en adelante- el inicio
del final de los “Malditos del costal”. Fue la primera vez que Willy y Juan
José no se pusieron de acuerdo en el procedimiento. La mototaxi no tenía
documentos, ¿qué iban a hacer con ella?
- Juan si no hay
los documentos ya nos fregamos, mejor metemos el cuerpo dentro de la moto y lo
abandonamos por ahí, propuso Willy Pacha.
- Yo no me hago
responsable de esa moto, es por tu cuenta, si tienes amigos con cochera
guárdalo...
Estaba
anocheciendo. Debían de pensar rápido. Por eso decidieron abortar el plan
original. Cuando era aproximadamente las siete de la noche, el cuerpo de Juan
Carlos fue abandonado en el interior de su mototaxi, los asesinos tuvieron que
conducir hasta la urbanización San Román, en la salida a Puno, para deshacerse
del cuerpo del delito.
Cometieron un error
antes de irse, Willy Pacha y Juan Jesús se llevaron la batería de la unidad
móvil y el celular de la víctima, así sintieron que al menos ganarían algún sencillo
por esta muerte.
Al día siguiente,
casualmente pasó por el grifo San Román un nuevo integrante de la banda y clave
para las labores policiales posteriores. Leonardo Mormontoy Cazasola fue el
comprador de la batería y celular de Juan Carlos, a la larga, este personaje
conduciría a prisión a los criminales, aunque antes ocurrirá un último
asesinato.