La lectura de la Pasión que se hizo ayer en todas las iglesias debería
ayudarnos a meditar sobre algunos aspectos cruciales en nuestras vidas: en ese
pasaje estremecedor que narra las últimas horas, angustiosas y terribles, de
Jesús entre los hombres puede comprobarse, por ejemplo, la miseria humana, la
cobardía, la traición, la maldad innata, el egoísmo...En resumen, lo más
despreciable del hombre, aquello que lo aleja de Dios, que lo convierte en el
más cruel y despiadado de todos los seres vivos que hay sobre la faz de la
Tierra.
Frente a ello, se impone majestuosa la persona de Jesucristo: sereno y
lúcido incluso cuando estaba atormentado por el miedo. Con capacidad para
perdona incluso cuando estaba siendo vendido por quienes se decían discípulos.
Siendo ejemplo para todos, ya en vida terrenal, de una forma rotunda y sin
medias tintas. Jesús, al anunciar las debilidades que sufrirían los más
próximos a él, demostraba ser consciente de lo que supone la condición humana:
"el espíritu puede ser fuerte, pero la carne es débil".
Con esa idea deberíamos vivir todos estos días que ayer comenzaron, la
Semana Santa. Quienes nos sintamos hijos de Dios y seguidores del ejemplo de
Cristo no podemos eludir nuestra parte de culpa en el injusto crimen que soportó
El Crucificado. No debemos ver en este tiempo un simple abandono de las rutinas
cotidianas, sino una mirada hacia el interior, un encuentro personal con la
propia conciencia, un examen duro, exigente, en el que aprendamos a ser
sinceros y a responder a la siguiente pregunta: ¿y qué estoy haciendo yo por
los demás, por mis hermanos?
También desde un periódico hay muchas formas de demostrar el sentimiento
cristiano en estas fechas. La humildad, el reconocimiento de los errores
cotidianos y la desnudez en la búsqueda de la verdad racional son,
probablemente, los mejores caminos, los más seguros. Y al revés: la inútil
soberbia, el sentirse dueño de una verdad absoluta o la búsqueda desesperada
del interés particular son los puentes de plata que ha construido Satanás para
todos nosotros. En este diario digital, aún pequeño pero con buena salud, nos
disponemos a iniciar esta Semana Santa en Gracia de Dios, con la intención de
ser, como poco, merecedores del adjetivo "católico".